En esta vida casi todo es cuestión de perspectiva. Por ejemplo, para las langostas que estaban en la pecera del Titanic fue un milagro lo que pasó

Llevo varias semanas, demasiadas, sin escribir en el blog. Un montón de acontecimientos se han agolpado en estos meses de abril y mayo y necesitaba encontrar un tiempo sereno para poder contemplar con perspectiva todo eso que “no entra para examen”.

Enfrentarse  a lo real. Os preguntaréis: ¿no lo hacemos a diario? ¿No enseñamos a nuestro alumnado a hacerlo?. En mi caso, la respuesta es doble: no y sí.

Nuestra construcción social nos lleva a identificar lo agradable con lo bueno y en el momento en el que la vida se impone y nos ocurre algo desagradable, no sabemos enfrentarnos a ello y creemos que “más allá solo hay dragones”. Los golpes vitales, lo real, choca entonces con nuestro mundo idealizado en el que solo están permitidas las cosas indoloras cayendo en una falacia terrible de la que es difícil salir.

Nuestro alumnado vive eso tanto en el plano académico como en el personal. El concepto de indefensión aprendida deriva de esta circunstancia: haga lo que haga estará mal, es inútil que haga nada y así se genera una parálisis que lleva a muchos chicos y chicas a abandonar sus estudios o a dejar “colgada” una materia porque no creen que pueden con ella.

¿Y qué ocurre cuando ese proceso va más allá de lo académico? Tendemos a edulcorar las cosas, a tapar el dolor, a usar frases como “todo pasará”, “no le des importancia”, “no llores más” o incluso la otra cara de la moneda como echarle la culpa al otro, algo que quienes nos dedicamos a la docencia vemos cada día más…

Cualquiera de esas actitudes suponen no aceptar lo real, suponen pelearse y luchar contra gigantes que son, en realidad, molinos de viento y lo único que generamos es mucha impotencia, mucha frustración y mucha angustia.

Debemos aprender a aceptar lo real, la vida con pros y contras porque como me dijo alguien hace poco “que sospechoso sería que la vida solo nos diera pros” y aceptar el dolor y el sufrimiento como un proceso de crecimiento personal.

Cada vez veo más en el aula un miedo horrible al error al que se identifica con el fracaso y, en muchos casos con el no valgo. Parece que nuestro alumnado cree que solo aprende quien no comete errores. Llevo muchos años, pero este curso de un modo especial, insistiendo en que el error es nuestro mejor aliado en el aprendizaje. Creo que mis chicos y chicas lo van entendiendo, pero nuestro encorsetado sistema de evaluación aun pesa demasiado y el tener un fallo ya supone no tener el 10 al que inmediatamente se le pone la etiqueta de perfecto… (¡¡¡¡¡Cómo si hubiera algo perfecto en este mundo!!!!!)

Tenemos que crecer en este campo, sobre todo los y las docentes para ayudar a nuestro alumnado a hacerlo.

Seguro que seríamos y serían seres mucho más felices.

(Dedicado a Manuel Moreno por estar enseñándome a ser langosta)

GRACIAS POR TANTO

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