¡Qué pereza estar constantemente demostrando que la opción de Humanidades o Artes es una opción tan válida y con tanto “prestigio” como las demás!
Quienes seguís mi blog, sabéis que no suelo empezar así ninguna entrada, pero estoy un poco cansada de hablar con chicas y chicos que tienen que escoger asignaturas y se encuentran con que se intenta por todos los medios que no cojan humanidades o artes y que escojan ciencias sociales o bachillerato tecnológico con la excusa de que “tiene más salida”.
¿Alumnado que quiere hacer carreras como Traducción e Interpretación y se le recomienda coger matemáticas y economía? ¿Por qué no se informa a ese alumnado que la mayor parte de esas facultades exigen (como es lógico en una carrera lingüística) tener dos años de latín?
¿Qué significa eso de que “tenga más salida”? Por desgracia, el mercado laboral es inestable, el paro amenaza a estos chicos y chicas que están tratando de incorporarse a trabajar y la salida es bastante incierta.
Cualquier persona que se dedique a la docencia sabe que muchas profesiones aun ni se han creado y que el título no te concede ninguna certeza, si es así, ¿cómo hablamos de salidas? ¿Sabemos realmente todas las posibilidades que ofrecen las carreras de humanidades o artes?
Llevo mucho tiempo “peleándome” para que no se califique ni se clasifique al alumnado en categorías solo por tener mayor o menor inteligencia matemática o científica. He conocido, conozco y conoceré a gente brillantísima de “letras puras” de las cuales he aprendido muchas cosas y otras tantas que seguramente me falten por aprender.
En un mundo como el nuestro, en una sociedad que calificamos de inhumana, de fría, de individualista, ¿no tienen cabida las humanidades y las artes? ¿No es esa una de las esencias del ser humano?
Necesitamos personas expertas en técnica, en medicina, en bilogía, en arquitectura, etc, etc; pero también necesitamos personas que generen ideas filosóficas, que estudien y profundicen en las lenguas, que cultiven y cuiden el arte; en definitiva, personas que ayuden a alimentar nuestra alma.
Que nadie se engañe creyendo que al alumnado que “estudia mal” (que concepto más anacrónico) se le debe enviar a estas opciones porque es más fácil. Para estudiar literatura, historia, arte, latín…hay que tener una gran capacidad de síntesis, saber darle relevancia a las ideas de un texto, saber redactar, usar las palabras y no que ellas nos usen a nosotros. Y eso, fácil no es.
Creo que toda mi vida fui una enamorada de las palabras. Me enamoré irremediablemente cuando, por aquel entonces, 2º de BUP, estudiamos literatura (hermosos tiempos cuando era una asignatura desligada de la lengua). Aquel curso supe que las palabras me habían cautivado para siempre y que quería quedarme con ellas. ¡Qué le vamos a hacer! No me enamoré ni de las ecuaciones, ni de los polinomios, ni de las fracciones; me enamoré de los sonetos, de las metáforas, de las palabras que se dicen y de las que se callan y mi universo se llenó de letras.
Después de tantos años aun sigo enamorada, ahora en fase de amor maduro, de ese que ya se conoce y se sabe y se gusta en ese conocimiento.
Eso no quita para que este amor aun me produzca mariposas en el estómago y me encuentre con textos y con palabras que me llenan por dentro.
Creo que el mundo sería terrible sin arte, sin humanidades y, en consecuencia, sin personas que se ocupen de ello, de cuidarlo, de estudiarlo.
No es fácil enamorarse de verdad. Las palabras son exigentes y piden eso. Por eso cuando tengo chicos y chicas en mis aulas que se enamoran no puedo permitir que renuncien a ese amor. Por ellos y ellas, por mí, que aun creo en el amor y en lo que hago, y por el mundo porque así conseguirán hacerlo más hermoso; reivindico el estudio de las humanidades y las artes como una opción tan válida y tan prestigiosa como las demás.
Me enamoré de las palabras. ¡Qué suerte he tenido!
Gracias por tanto.