Cuando volvamos a encontrarnos, será la mitad de la primavera; iremos a ver el mar y respiraremos fuerte para que su olor, que tanto hemos echado de menos, nos llene por dentro.

Cuando volvamos a encontrarnos, recorreremos nuestras calles como quien recorre las de una ciudad nueva, con la emoción que provoca el descubrimiento y la sorpresa. Las veremos brillantes. Aprenderemos a caminarlas de forma diferente, tal vez porque cada paso será el paso no que no dimos estas semanas.

Cuando volvamos a encontrarnos, cogeremos nuestros apuntes, nuestros libros y nuestros bolígrafos y los empuñaremos como nuestras mejores armas, como las que estas semanas nos han sostenido y nos han hecho continuar con un día a día que quería parecer incierto.

Cuando volvamos a encontrarnos, pensaremos en nuestra gran fortuna al ver hospitales y centros sanitarios; protestaremos menos y agradeceremos más, tendremos, al menos, la mitad de la paciencia que quienes allí están teniendo, y el coraje, y la fuerza y el compromiso.

Cuando volvamos a encontrarnos, valoraremos a quienes nos cuidan y se han encargado de darnos seguridad o limpieza  porque nos han proporcionado la certeza que tantos días ha faltado.

Cuando volvamos a encontrarnos, iremos a hacer la compra y saludaremos cariñosamente a quienes han estado día tras día preparando, colocando, atendiendo y pensaremos en llenar nuestras neveras con un poco más de sensatez y con menos despilfarro.

Cuando volvamos a encontrarnos, nos habremos dado cuenta de la escasa fuerza que tenemos de uno en uno y de todas las montañas que podemos mover cuando nos juntamos, porque ya no tiene sentido creer que somos únicos, porque hemos comprobado que lo que uno hace, sí influye en el resto,  y en el mundo. Como el aleteo de la mariposa, todo está interconectado y hasta ahora, no habíamos querido creerlo.

Cuando volvamos a encontrarnos, iremos a ver los delfines que han vuelto al Gran Canal de Venecia y nos preguntaremos dónde estaban hasta ahora y qué habíamos hecho con ellos y nos asomaremos a las ventanas para mirar las estrellas que se nos habían olvidado porque las tapaba el humo.

Cuando volvamos a encontrarnos, encenderemos todas las velas de cumpleaños que estas semanas no se han soplado y celebraremos la vida y también las vidas de quienes ya no están aquí. Y reiremos con las personas a las que amamos porque habremos hecho de ese amor algo consciente e importante y como lo urgente se volverá relativo, lo haremos todo con más calma, saboreando momentos, lugares y personas.

Cuando volvamos a encontrarnos, no seremos los mismos; no podemos ser los mismos, porque esta ha sido una lección que debe servir para aprender, para cambiar los sistemas de valores, el modo de entender la vida y de vivirla.

Cuando volvamos a encontrarnos, daré, como decía alguien estos días atrás, todos los abrazos que tengo guardados en un cajón para que no se me escape ninguno.

Hoy, queda un día menos.

Foto de Marco Bianchetti en Unsplash

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