¿Entra para examen? ¿Cuántas veces hemos oído esta pregunta en el aula? Seguro que os estáis diciendo que muchas, ¿verdad?
Nuestro sistema educativo está tan centrado en el resultado final, en la prueba “objetiva” que, en el aula, incluso desde la etapa de primaria, lo realmente importante para el alumnado es saber si eso va a ser objeto de pregunta en el examen o no. Si no lo es, acaba careciendo de importancia y se archiva aunque resulte muy enriquecedor, muy divertido o nos ayude a aprender otras cosas y esta operación la hace toda la comunidad educativa: alumnado, familias y nosotros, profesorado, también.
El tema de la evaluación es una de las asignaturas pendientes de nuestro sistema educativo y nuestra formación como profesorado en este aspecto es muy escasa. Este tema suscita mucha preocupación y seguro que aparecerá más veces en el blog, en la parte de “Tertulia de Docentes” podéis dejar vuestras aportaciones o alguna pregunta para poder abordarla con más detalle en sucesivos post.
Quería que este blog hablase de todo aquello que “no entra para examen”, pero que nos enriquece como docentes y que ayuda a nuestro alumnado a aprender cosas nuevas de una nueva manera.
Cada vez son más las cosas que vemos en el aula y que no son objeto de ninguna pregunta concreta en un examen puntual, la educación por competencias y el desarrollo de las inteligencias múltiples o de la inteligencia emocional va hacia ahí. Nuestro alumnado necesita ser competente, con todo lo que implica ese adjetivo, no aprender de memoria la noche antes (¡cuántas veces lo habrán hecho nuestros chicos y chicas, por no hablar de las veces que, de estudiantes, lo hicimos nosotros!) un montón de conceptos a los que no les ven la menor utilidad pero que como entran para examen pues…
Estoy segura de que poco a poco iremos adquiriendo nuevas técnicas logrando una verdadera evaluación competencial y que, de este modo, cada vez sean más las cosas que NO ENTRAN PARA EXAMEN en nuestras aulas.