Estas últimas semanas he estado dándole muchas vueltas a esta pregunta, es cierto que no es una cuestión nueva ni mucho menos, pero supongo que el proceso por el que estamos pasando en mi colegio, unido a muchas noticias que se escuchan en diferentes medios de comunicación, me han hecho sentarme a escribir este post.
Partamos de la base de que soy una gran fan (permitidme la expresión) de las nuevas tecnologías; uso constantemente internet, el móvil y no me separo de mi portátil. Desde hace muchos años, creo firmemente en la incorporación y el uso de las nuevas tecnologías en el aula como un paso fundamental hacia la creación de una nueva pedagogía. Sin embargo, creo que, cada vez son más las personas que identifican al profesorado creativo con aquel que tiene una alta competencia digital y esa debería ser solo una parte más de la innovación o de la creación de un nuevo sistema educativo.
No cabe duda de que emplear nuevas presentaciones, nuevos modos de compartir, de comunicarnos, de corregir con rúbricas predeterminadas y un largo etcétera contribuyen a que nuestra metodología cambie, pero llega un momento en el que el profesorado, no formado a ese nivel en competencia digital, se siente desbordado y ese “agobio” provoca sentirse inútil y de ahí a la pasividad o a la falta de motivación por enseñar hay un paso.
Parece que solo quien tiene un gran dominio de la informática es capaz de hacer unas clases creativas y atractivas y quien no llega a esos niveles siente que su manera de enseñar es arcaica y no sirve. Algo de cierto hay en ambas cosas, pero creo que conviene pararse un poco y desmitificar.
No podemos ni debemos cerrarnos a incluir en nuestras clases nuevos métodos basados en el uso de las TIC, pero tampoco podemos pensar que, una vez hecho eso, está hecho todo. Nada más lejos. Podemos usar libros digitales, compartir archivos en drive y tener un montón de anuncios en nuestra carpeta de Google Classroom, todo eso no servirá de nada si el profesorado no empieza a recibir una formación paralela en otras cuestiones que, tal vez, estemos dejando en el olvido, corriendo, entonces, un grave peligro.
Esta mañana, en 3º ESO, estaba explicando figuras literarias a través de canciones y muchos de mis chicos y chicas eran incapaces de explicarme algunas de las metáforas que salían en música que normalmente escuchan e incluso canturrean. ¿Qué ocurre entonces? Para explicarlo estaba usando un vídeo que a su vez estaba proyectando en clase con el cañón, pero cuando tuve que pararme a que, además de pensar, se pusieran a sentir, ahí, no había ninguna nueva tecnología que valiera.
Es uno de mis objetivos de este año, ayudar a mis chicos y chicas a que entiendan qué sienten y sepan identificar esas emociones, eso sin duda, les ayudará no solo a comprender la literatura mejor, sino a saber mirar el mundo y a sí mismos de otra manera. Para mí eso es también pedagogía innovadora porque quiero trabajar desde las inteligencias múltiples y quiero potenciar sus inteligencias inter e intrapersonales recurriendo a las competencias básicas, si a eso le uno las TIC pues genial, pero para esas dos inteligencias a las que hago referencia, necesitarán un trabajo hecho con palabras, con gestos, con risas, quien sabe si con alguna lágrima y sobre todo, con mucho de mí y de ellos/as y en eso no hay ordenador ni dispositivo que se pueda igualar.
Que no se nos vaya del horizonte esa formación del profesorado, que no se nos olvide que también necesitamos motivación, ganas de entrar en el aula a cambiar un poco el pequeño mundo que es cada hora de clase.
En estos tiempos inciertos tal vez lo más innovador sea que nos enseñen a enseñar como sentir y como sentirnos. Y esto, sin duda, es el comienzo de otro post…
Gracias por tanto