Este fragmento de la película Up in the air es el punto de partida para una actividad muy interesante sobre la asertividad y sobre cómo enfrentarnos a todas las cosas que nos van “pesando” en nuestra mochila.

Es cierto que modifico un poco la metáfora o al menos el enfoque que le da el protagonista de la película para hacer acercárselo más a la realidad del alumnado.

Tras ver el fragmento de película les pido que hagan la siguiente tabla en una hoja:

Mi mochila material Mi mochila personal
Qué hay Qué hay
Qué salvo Qué salvo

Les pido que piensen en todas las cosas que van guardando en su mochila, en todo aquello que cada vez pesa más, que cada vez limita más su marcha, sus ganas de caminar y de continuar avanzando.

Deben imaginarse (tal y como se pide en la escena de la película) metiendo todo eso en la mochila y sintiendo como cada vez se hace más difícil llevarla sobre los hombros. Deben pensar en todas las cosas materiales que les atan, que no les permiten ser libres y también en todas aquellas relaciones o momentos de las mismas en las que sienten ese peso: las discusiones en casa, la presión del grupo, los primeros “amores”…

Cuando hayan puesto todo eso dentro, les contaremos que, por un instante, tendrán el privilegio de vaciar su mochila de todo aquello que no quieren y podrán salvar aquello que no quieran perder y que llevan en sus hombros,  no como una carga, sino como una ayuda para mantener el equilibrio (esta es la parte en la que modifico la metáfora tal y como aparece en la película).

El ejercicio se debe hacer de forma individual y para ayudar se puede poner música de fondo. Después pueden compartirlo en grupo pequeño o grupo grande, dependiendo de cómo funcione el alumnado que tengamos y podrán extraer conclusiones que pueden exponer a todos los demás.

La siguiente parte, y de ahí la relación con la asertividad, sería la de ¿cómo sacar todas esas cosas de la mochila? ¿Cómo hacerlo sin herir a nadie incluyéndome a mí mismo/a?, pero esa parte la dejaríamos para otra sesión  ya que, además de que no suele dar tiempo, es bueno que la reflexión sobre su mochila repose un poco antes de abordar cómo gestionar ese peso que nos limita.

Hacer este ejercicio supone una importante reflexión que ni los chicos y chicas ni las personas adultas solemos hacer. Vivimos cargando con nuestra mochila llena de hipotecas, coches, relojes, muchos relojes,  el móvil, el portátil, el trabajo, o la falta del mismo, el qué dirán, discusiones, desilusiones… y todo ello se mezcla con la alegría, con la esperanza y con la ilusión que se ahogan un poquito en medio de ese mar tan repleto y muchas veces les cuesta salir a flote y parece que se quedan en el fondo de la mochila o, en el mejor de los casos, en un bolsillo lateral.

Ayer, en la primera audición de violoncelo de mi hijo, en ese acto tan sencillo, tan humilde, tan sin pretensiones, con la única y hermosa intención de la de enseñar el trabajo realizado y compartir la música; pensé mucho en mi mochila que, a veces, se carga de desilusión, de desengaño o de tristeza y, mientras sonaba aquel pizzicato de novato tan lleno de ilusión y de sueños que estaban por realizarse, vacié mi mochila de todas esas cosas que dejo- que dejamos- que los demás metan sin pedir permiso y me sonreí pensando en la suerte que tengo-que tenemos-porque había tantas otras cosas mucho más bellas que la llenaban día a día.

Hoy les he dicho a mis chicos y chicas en clase que vacíen sus mochilas para llenarla de esas cosas hermosas. Permitidme que os lo diga a quienes me estáis leyendo.

Gracias por tanto.

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