Soy una mujer poderosa, he tenido la inmensa suerte de haber sido educada para ello.
Soy consciente de que esta afirmación produce más de un escalofrío y más de un rechazo explícito porque, a muchas personas, sean mujeres u hombres, las mujeres poderosas no les gustan y las temen.
Ser una mujer poderosa no tiene nada que ver con los conceptos de poder que se unen directamente con dominar al otro; lo que hay detrás de ese “poderosa” es el verbo poder con su significado de tener la capacidad de.
Tener la capacidad de elegir, de crear, de decir que no, de decir que sí, de tomar decisiones, de actuar por iniciativa propia, de buscar lo mejor de una misma porque desde ahí vendrá lo mejor para los y las demás, de ser independiente y fuerte y guardar tus convicciones y pelear por ellas.
No es ningún descubrimiento afirmar que este tipo de mujeres provocan rechazo en muchos contextos, sobre todo, laborales y las consecuencias que les acarrea son, muchas veces, terribles.
Diréis que qué hace esta reflexión en noentraparaexamen; pues justamente quería escribir este post para recordarnos que debemos, si somos docentes responsables, con compromiso de verdadero cambio e innovación, educar a nuestras niñas para que sean mujeres poderosas y a nuestros niños para que también lo sean y respeten en ellas ese poder que les da la capacidad de tantas cosas.
Es cierto también que siempre he tenido cerca, en los más diversos ámbitos, hombres poderosos que han comprendido la inmensa riqueza que supone contar con una mujer poderosa. Pensar estos días en aquellos que potencian esto en sus compañeras de trabajo, en sus subordinadas o en las alumnas que tienen en frente, me ha dibujado una sonrisa en la cara porque me hace mantener la esperanza de creer que sí es verdad que hay gente que quiere cambiar el mundo (aunque sea un poquito).
Pero, hay que actuar con honestidad, y cuando eduquemos para hacer personas poderosas, además de ser ejemplo para nuestro alumnado con nuestros actos y nuestra actitud, hay que decirles que no es un camino fácil, que les pondrán muchas trabas, que subirán montañas y que en más de una ocasión querrán arrojar la toalla. Hay que decirles que pelearán contra los dementores, una vez y otra más; y cuando les digamos eso, también hay que decirles que no decaigan, que solo desde ahí, solo siendo poderosas y poderosos se puede cambiar el mundo.

Soy una mujer poderosa, he tenido la inmensa suerte de haber sido educada para ello.

GRACIAS POR TANTO

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