¿QUÉ HE HECHO YO PARA MERECER ESTO?
Un día llegas a casa y te entra un correo electrónico a eso de las siete de la tarde que tienes que leer dos veces porque no te crees lo que pone allí.
Eso es lo que me ocurrió hace una semana cuando recibí la notificación de que estaba nominada a los Premios Educa Abanca. Mejor docente de España 2017 en la categoría de Secundaria y Bachillerato.
Después todo sucedió rápido. Me entero de que la candidatura la había presentado mi antiguo alumnado. Llama un periódico, otro, una amiga, un familiar, compañeros…
Y ayer me preguntan en la radio que si me había planteado ¿Qué he hecho yo para merecer esto?
No creo que sea cuestión de merecer o no. Quienes estamos nominados lo estamos porque hay personas que creen en nosotros; por el motivo que sea, alguien considera que debemos ser reconocidos profesionalmente.
En mi caso ha sido mi antiguo alumnado quien ha querido y creído que yo debía estar junto a esos trescientos y pico docentes, a quienes, ya, desde aquí, doy la enhorabuena y deseo suerte.
Esta idea me produce un agradecimiento inmenso. Agradecimiento pasado, presente y futuro a mis chicos y chicas porque me hacen sentir que tengo el mejor trabajo del mundo. Soy una apasionada de la enseñanza, no es ningún secreto. Mi aula ha sido mi refugio en momentos muy duros personales y profesionales y he encontrado en mi día a día en clase el mejor aliciente para continuar adelante. Mi alumnado me ha ayudado a superarme y a crecer como persona y como profesional.
Le decía Jack Nicholson a Helen Hunt en Mejor Imposible “tú haces que quiera ser mejor persona”. Es un poco mi experiencia profesional. Mi alumnado me ha llevado a querer ser cada vez “mejor profe”, o lo que es lo mismo, me ha llevado a buscar siempre la mejora continua, la formación permanente y el dar lo mejor de mí misma y eso, inevitablemente, también ha revertido en mi crecimiento personal.
Quiero creer que esa nominación viene porque he tratado de acompañarles en su camino vital, porque más allá de la lengua y la literatura, hemos hablado y hemos compartido vida, hemos reído (y llorado) en clase, nos hemos enfadado y he hecho de hombro donde apoyarse más de una vez. Eso es ser profe, al menos tal y como yo lo entiendo. Buscar la excelencia en mis clases, pero, por encima de todo, ser referente para poder ayudarles a ser personas en el sentido más hermoso de la palabra.
Yo no soy amiga de mi alumnado, soy su profe, sin embargo, saben (eso quiero creer) que siempre pueden contar conmigo. “Colegas” ya tienen y no me necesitan para desempeñar esa función, me necesitan para que les enseñe, para que ponga normas, límites, también para sentir seguridad en mi clase, para poder hablar con libertad y respeto, para que les escuche o para que les trate de ayudar cuando lo necesitan.
Puede que todo esto esté detrás de esta nominación. Procuro dar lo mejor de mi misma cada día y supongo que eso también se filtra y se comunica cuando se está en clase.
He tenido también mucha suerte porque he tenido, a lo largo de la vida, profesores y profesoras que me han inspirado y han contribuido a que sea quien soy, también porque he estado rodeada de claustros en donde había compañeros y compañeras de las que había/hay tanto que aprender…así es fácil crecer profesionalmente y tener ganas de seguir haciéndolo.
No sé qué ocurrirá con el Premio. Yo ya me lo he llevado solo con esta nominación.
Hoy mi despedida cobra más sentido que nunca.
Gracias por tanto. Gracias por llenarme el corazón de un agradecimiento inmenso.