(Este artículo se publicó originalmente en el diario La Nueva España el lunes 20 de noviembre de 2017)
Esta pregunta que da título a la famosa canción de Burning recién estrenada la década de los 90, se la habrán hecho a más de una chica al comienzo del curso universitario, o tal vez, en medio de su proceso de búsqueda de empleo.
El pasado curso, el Ministerio de Educación publicó los datos de elección de opciones de bachillerato. La opción de ciencias y tecnología era escogida por un 50, 8 de los alumnos varones frente al 38, 9 de las alumnas mujeres, además, hay que tener en cuenta que dentro de esa opción está toda la rama biosanitaria que es hacia la que se decantan la mayoría de alumnas dejando así la rama tecnológica con un tanto por ciento muy pequeño de alumnado femenino.
Estas cifras no deben dejarnos indiferentes y conviene hacer un análisis de hacia dónde se está decantando nuestro alumnado si queremos asegurarles un buen futuro académico y profesional.
Sabemos que estos son tiempos de cambios profundos y a una velocidad vertiginosa. Según un informe de la Universidad de Oxford de 2016, el 47% de los puestos de trabajo actuales serán eliminados con la introducción de la tecnología en tan sólo 20 años. Y el 90% de los que queden, cambiarán de forma importante. Aparecerán puestos de trabajo que hoy en día no existen y para los cuales no estamos formando a las generaciones del mañana.
Este hecho ya crea una exigencia de cambio educativo, de creación de nuevo paradigma y, sumado a ello, hay que tener en cuenta que la opción tecnológica no resulta atractiva para el alumnado femenino. Es importante que desmontemos estereotipos que acabarán provocando una brecha en la búsqueda de empleo para las mujeres del futuro.
La tecnología es clave para el alumnado actual, no solo convivirán con ella sino que deberán aprender a vivir de ella y a manejarla. La formación en cuestiones de tecnología y empresa es clave si no queremos que haya generaciones que no sepan cómo enfrentarse a un futuro del que poco les podemos decir salvo que será bastante incierto. Hay que potenciar la incorporación de todo nuestro alumnado a este mundo y, en especial, impulsar la presencia de chicas en campos como la física, las matemáticas, la programación, la informática…todo ello unido a un sentido claro de la empresa y de lo que supone esta para un país como el nuestro.
La OCDE en su informe Panorama de la Educación 2017 alerta sobre esta brecha en la educación de nuestro país. Según sus datos, solo un 12% del alumnado de las carreras técnicas es femenino, 7 puntos menos que la media de la OCDE. En dicho informe, en el que se hace un análisis detallado y exhaustivo de nuestro sistema educativo y su impacto en todas las etapas, habla también de que se debe procurar subsanar y evitar esta brecha mediante iniciativas diversas que incorporen, cada vez más, a las jóvenes al campo de la tecnología.
Este mundo tecnológico va unido a una buena formación en un espíritu emprendedor que dé cabida a todas estas novedades que van apareciendo y que nuestro día a día nos demanda.
Cada vez son más los y las jóvenes que se plantean crear su propia empresa o startup. En muchas ocasiones esta decisión viene como consecuencia de una infructuosa búsqueda de empleo en grandes empresas, pero cada vez son más quienes, tras acabar su formación, toman este camino generando así nuevas vías, nueva investigación, desarrollo y creación de nuevos puestos de trabajo que responden a demandas reales de la sociedad del siglo XXI.
Estas iniciativas deben fomentarse desde su etapa escolar, es bueno que sepan que no todo el mundo tiene porque irse para labrarse su futuro, que se pueden crear empresas competitivas que pueden estar en el mercado, pero esto debemos hacérselo visible e impulsarlo.
Cada vez son más los centros educativos que, en colaboración con empresas o fundaciones, ponen en marcha proyectos que combinan emprendeduría y tecnología. Facultades de las ramas tecnológicas han puesto en marcha programas de difusión de su labor y de visibilización de su formación para que, ya desde primaria, el alumnado conozca y sepa qué se hace en esas facultades, para qué sirve su trabajo y qué podría hacer en el futuro. Muchas veces, además, son mujeres quienes vienen a contarlo y ya sabemos que no hay mejor aprendizaje que aquel que se toma del ejemplo recibido. Estos programas, iniciativas y proyectos deben impulsarse y se les debe dar relevancia e importancia porque realmente la tendrán en un corto periodo de tiempo.
Este es solo un punto de análisis del panorama de elección de estudios de nuestro país, aún nos queda mucho trabajo por hacer también en otros aspectos como el de dejar de denostar las carreras de Humanidades, por cierto, cada vez más demandadas para trabajar en colaboración con el mundo de la tecnología o la robótica.
Solo espero que la pregunta con la que empezábamos no se la tengan que hacer muchas chicas porque sabrán, a ciencia cierta, que ese sitio es un sitio estupendo en el que estar. Es suyo.