Una de las competencias fundamentales hoy día es la de saber trabajar en equipo. Se lo oímos a las personas responsables de recursos humanos de grandes empresas, aparece cuando se habla de cambios educativos, se implanta en los centros educativos con unas u otras metodologías y se sobrentiende cuando un grupo de docentes trabaja junto.
Es curioso, sin embargo, que, pese a esta cultura emergente de equipos, aun nos resistamos al cambio y aún tendamos a mantener nuestros “pequeños reinos” intactos.
En el mundo educativo cada vez somos más quienes tenemos claro que, o funcionamos en red o acabaremos extinguiéndonos como dinosaurios de aula, pero parece que a nivel institucional estas transformaciones son más difíciles o más lentas y en ese tiempo perdido hay una pérdida enorme de potencial.
En este último año he tenido la suerte de conocer y trabajar con profesorado de diversos ámbitos y de diferentes lugares y hemos establecido lazos hermosos, de trabajo, de colaboración, de esos que una intuye que son firmes y darán buenos frutos. Ese es, para mí, uno de los componentes fundamentales de lo que significa trabajar en red, en equipo, en conjunto.
Estamos tratando de enseñar a nuestro alumnado algo que le es natural. Nuestros chicos y chicas viven en red, no son personas lineales porque su mundo no lo es. Están en constante conexión y esa es su manera de entender lo que les rodea, pero a la hora de trabajar, de estudiar, debemos buscar fórmulas que fomenten esta manera de funcionar porque lo que la escuela les impone es algo lineal, compartimentado, que parece que nada tiene que ver con buscar las potencialidades de cada uno para sacar el mayor rendimiento a nivel global.
Con todas estas ideas en el horizonte siempre me surge la pregunta de por qué no se fomenta aún más la conexión entre organismos, centros educativos, instituciones y empresas. Las experiencias que se están llevando a cabo con la unión de varios de estos núcleos es tremendamente fructífera, se crean sinergias que preparan a nuestro alumnado para su vida laboral y personal futura, al profesorado nos ayuda porque nos hace no sentirnos en soledad y nos potencia y nos empodera porque nos hace más fuertes y aprendemos de quienes nos rodean.
Pero no es fácil que se den estos puntos de encuentro y acaban haciéndose tras conversaciones informales y, sobre todo, gracias a las ganas y la profunda creencia de cambio de muchas de las personas que forman parte de estos mundos que ponen todo su esfuerzo en crear proyectos de empresa y escuela/universidad o en hacer congresos, encuentros, equipos de trabajo.
Ya no podemos generar en soledad porque el mundo del siglo XXI no es un mundo individual sino global y, del mismo modo que se lo estamos pidiendo a nuestro alumnado, necesitamos comenzar dando ejemplo.
Aún hay mucho camino que recorrer en dejar atrás egos (personales e institucionales) y darnos cuenta de que cuando sumamos el resultado siempre es mejor. Frases como “siempre se ha hecho así” o “es imposible” son, más que nada, la muestra de un cierto temor a abandonar nuestra zona de confort, pero creer que “más allá siempre hay dragones” nos suele llevar a pocos sitios interesantes, así que, tal vez este sea el momento de tachar el prefijo “im” y comenzar a hacer reales esas uniones y sinergias de trabajo que nos enriquecen y nos hacen mejores en lo personal y en lo profesional.
Tener los ojos, la cabeza y el corazón abiertos a recibir, a aprender, a compartir de quien tenemos en frente es siempre enriquecedor, imposible trasmitírselo a mis chicos y chicas si no me lo creo yo, si no lo siento real y potenciador de mis propias capacidades.
A veces nos dejamos arrastrar por la medianía, por temores sin fundamento que llevan a no querer compartir y ahí estamos perdiendo grandes oportunidades. Nuestra obligación como docentes es ayudar a nuestro alumnado a aprender, a crecer como personas felices que trabajen para construir un mundo mejor, hoy sabemos que nadie puede hacerlo individualmente y por ello hay que emplear metodologías que potencien el trabajo cooperativo, la creación de redes y de contactos que nos ayuden a desarrollarnos más y mejor; pero todo esto tiene que tener detrás una profunda convicción y creencia por parte de todos los agentes sociales y para ello debemos abandonar nuestros enroques particulares.
Necesitamos reflexionar y crear en conjunto, apoyarnos y generar porque cuando pensamos muchas personas a la vez la inteligencia colectiva funciona y hace que surjan ideas creativas, innovadoras y con muchas más posibilidades de desarrollarse y tener éxito.
Me gusta trabajar en equipo, aprender de otras personas, enseñar, aportar todo lo que puedo y recibir todo lo que se da cuando hay ganas de generar red para construir una educación que sea realmente la que ayude a nuestro alumnado a ser personas de y para el siglo XXI. En ello estamos.